El fin de semana salimos con mi amiga de Viajar de Mochilera directo a la ruta con un objetivo: ir a almorzar al Restaurante Bar Casa Gallo y conocer un nuevo pueblo: Cucullú.
Cucullú es un pueblo rural con aproximadamente 600 habitantes y de no más de diez manzanas. Se encuentra a 106 km de la ciudad de Buenos Aires. Sus calles son de tierra, a excepción de la calle principal que lo une a la ruta nacional Nº7 a la altura del km 98.
Junto a las localidades de Villa Ruíz, Solís, Azcuénaga, Villa Espil y Franklin y los parajes de Espora, Heavy, Tuyutí, La Florida, Villa San Alberto, Barrio El Candil, La Rosada, El Cóndor, Los Manueles y La Primavera, conforma el partido de San Andrés de Giles.
Cucullú es un pequeño pueblo alfarero donde se respira tranquilidad, y como sucedió con otros, parte de su historia está vinculada al paso de las vías del ferrocarril y a la actividad agropecuaria.
Llegar allí es entrar en la paz de un pueblito de campo, donde el silencio es interrumpido solamente por el sonido de los pájaros y quizás algún que otro auto que pasa. Dicen que la vida durante la semana tiene otros sonidos: las voces de los niños en la escuela y en las calles. También el aire que se respira es distinto debido al funcionamiento de los hornos, esos que le dan trabajo a una parte del pueblo.
Cucullú
Un poquito de historia
En 1847 Juan Simon e Isidro Cucull, dos jóvenes hermanos españoles, se instalaron en San Andrés de Giles con una casa de comercio y compraron algunas tierras. Fue Juan Simon, por el año 1898, quien donó parte de esas tierras para que se levantara una estación para que comenzara a circulara la locomotora de vapor, porque hasta ese entonces sólo pasaba el el «Tramway rural” de los hermanos Lacrosse, un vagón tirado por caballos.
Junto a la estación, que toma el nombre de quien donara las tierras, comienza a formarse un núcleo de la población. Así nace el pueblo y se crean: el Club social y deportivo, la capilla dedicada a Santa Teresita del niño Jesús, la sala de primeros auxilios y la escuela primaria, lugares que aún hoy persisten.
Fue hacia 1940 que se instalaron los primeros hornos de ladrillos y donde comienza la expansión del pueblo, porque para trabajar en ellos llegan familias con numerosos hijos del interior del país.
Cucullú va creciendo y se convierte en una localidad poblada y progresista. Se crean nuevos barrios cuyas viviendas pertenecen a peones de los hornos de ladrillos.
Pero como tantos otros pueblos, al dejar de pasar el tren fue perdiendo su crecimiento. La sección Lacroze – Rojas tuvo servicio de pasajeros hasta noviembre de 1993. El último servicio de cargas se registró en el año 1998. Actualmente el ramal completo se encuentra sin tráfico y en estado de abandono.
¿Qué hacer en Cucullú?
Al llegar al pueblo estacionamos frente a al Restaurante Bar Casa Gallo que era nuestro objetivo, pero nos fue inevitable el tentarnos de hacer primer un recorrido por sus calles de tierra que terminaban como callejones sin salida, o mejor dicho, con una increíble salida: a algún campo sembrado.
En ese recorrido vimos el Club social y deportivo, la capilla dedicada a Santa Teresita del niño Jesús repleta de gente porque había un bautismo, la sala de primeros auxilios, la escuela primaria, la panadería Santa Teresita y los dos surtidores frente a una moderna casa, que son símbolo de rescate histórico de nuestros tiempos. Nos faltó visitar el monumento al Hornero, en la Plaza del Hornero del barrio, porque nos ganó el hambre y nos superó el frío.
Restaurante Bar Casa Gallo
Casa Gallo transmite calidez y armonía. Es un viaje en el tiempo, de esos que sólo las viejas pulperías traen. Al ingresar hay un almacén orgánico en el que podes comprar quesos, miel y verduras orgánicas directo de sus productores.
Nosotras entramos alrededor de las 12:30 horas y las mesas del interior ya estaban todas reservadas, así que si querés ir te recomiendo que llames antes y te asegures la tuya. Igual tuvimos la suerte de que tienen un hermoso patio, donde el sol otoñal nos permitió disfrutar del almuerzo, y el que poco a poco también se fue llenando.
El menú es super variado y todo lo que comimos estaba riquísimo. Si bien el bar estaba lleno y estaban un poquito colapsados, los tiempos de atención no le escapan al ritmo tranquilo de un pueblo, así que anda con paciencia (algo que muchas veces nos roba el ritmo frenético de la ciudad).
El ambiente fue tan agradable que nos quedamos sentadas disfrutando del sol más de tres horas a puro relax. Podes pagar en efectivo, por transferencia por Mercado Pago, o con débito o crédito (tiene un 10% de recargo). Para hacer reservas: (011) 61872789.
La historia de Casa Gallo
En sus individuales te cuentan la historia del bar junto a fotos de la época:
Dede la ciudad de Cuneo, región de Piamonte – Italia, llegaron cuatro hermanos Gallo de los cuales dos se instalaron en Cucullú. Jorge (1860) y Bartolomé (1859). Jorge fundó un clásico Almacén de ramos generales que había en cada pueblo, paraje o ciudad, incluso lo funda antes de la llegada del ferrocarril a Cucullú.
Bartolomé a diferencia de su hermano compro un campo, donde hoy está la Capilla Santa Teresita del niño Jesús y la Cooperativa eléctrica del pueblo, y se dedico a la siembra y cría de animales. Jorge contrajo matrimonio con Lucía Angaramo y tuvo 7 hijos. Con el paso de tiempo uno de los hijos, Pedrito, tomo las riendas del negocio familiar. Perdro además de trabajar en el Almacén-Bar fue Intendente de San Andrés de Giles entre 1973 y 1976.
Con los años el Almacén cambió de dueños y de rubros, y de apoco fue perdiendo su impronta, como muchas otras cosas en los tiempos que corrían.
Pero en el año 2018 con la ayuda de toda la familia, Rodolfo “Fito” Gallo logró adquirir el histórico lugar y lo restauró como Almacén-Bar Casa Gallo, retomando la vida nocturna del lugar, sumaron comida regional, música en vivo y comenzaron a abrir al medio los sábados y domingos. Finalmente y después de muchos años este lugar histórico volvió a las raíces en las manos de Fito, el tataranieto de Bartolomé Gallo.
Fiesta del Hornero
Desde el año 2005, en el mes de noviembre se hace en el pueblo La Fiesta del Hornero, en reconocimiento al trabajador de la industria del ladrillo.
Aún hay arfareros que realizan su trabajo en forma artesanal. El hornero carga en sus carretilla una mezcla de barro, paja, excremento y cuerina de vaca, que es previamente aplastada por el tractor pisadero, lo acomoda en un molde para dejarlo secar y luego lo deposita en la hornalla, donde se cocina.
Se dice que cada habitante del pueblo conoce de memoria el proceso de producción, y desde ese orgullo es que se explica y muestra en cada edición de la Fiesta del Hornero, un esperado encuentro que realiza en el mes noviembre. Esperemos que este año se repita, así tenemos una nueva excusa para volver.
El paseo continúa
Como aún nos quedaba resto de día, a pesar de haber pasado 3 horas relajadas en el patio de Casa Gallo disfrutando del sol, volvimos a la ruta 7 pasamos por Villa Espil y nos fuimos a conocer de pasadita Villa Ruiz.
Como nos quedaba en el camino hicimos una parada en Carlos Keen al atardecer, para actualizarnos de cómo estaba después de no ir por tanto tiempo, y nos tomamos un cafecito en el único lugar que aún estaba abierto a esa hora (Wafles Keen) para paliar el fío y emprender el viaje de regreso que hasta tuvo una pasada -desde el auto- por la Basílica de Luján.
¿Cómo llegar?
Desde Buenos Aires hasta Cucullú son 106 kilómetros por Acceso Oeste y luego RN N°7; en el kilómetro 94 girar a la derecha y seguir 4 kilómetros (camino asfaltado).
Nosotras salimos desde zona sur (Quilmes), gastamos de nafta $1400.- aproximadamente (1/4 de tanque de nafta entre ida y vuelta aproximadamente) y en total $800.- de peajes.