Un poco de historia
El Lago Epecuén tiene aguas extremadamente saladas, el primer análisis de aguas lo realizaron en 1886 y fue realizado por un químico italiano que constató que el Lago Epecuén tenía una salinidad que era superior a la del mar en 10 a 1.
Fue en 1909 que el el Ministerio de Obras Públicas de la Pcia. De Buenos Aires le da un respaldo científico-médico a sus aguas milagrosas y a partir de allí, el interés y prestigio fueron creciendo.
Los ’20 marcaron el inicio de un desarrollo impresionante: grandes hoteles dan comodidad y lujo a las familias adineradas que venían en búsqueda de descanso y de curas milagrosas.
Los años ‘50 y ‘60 sirvieron para el afianzamiento del destino turístico comenzado en los veinte.
Pero por más de 60 años el lago continuó con su problema ancestral: la falta de agua. Ésta truncó decenas de fabulosas inversiones dejando en la ruina a sus propietarios.
Ya en los ’70 y bajo la tutela del municipio se encara un proyecto ambicioso y que daría el esplendor máximo a la Villa. Se diseña y construye un complejo que constaba de una gran pileta de agua dulce a sus orillas y una serie de vestuarios, duchas y confitería a la vera del lago.
Por obras realizadas en el sistema de Lagunas Encadenadas comienza a verterse agua al lago lo que hace que se deba construir en 1978 un murallón para contener el ingreso del agua al ejido. Así a medida que aumentaba el agua se levantaba y consolidaba el terraplén.
Un 10 de noviembre de 1985 el muro de contención que poseía más de 3.50 mts de altura sucumbió y poco a poco fue sumergiendo al pueblo y su rico pasado.
En 15 días el pueblo estaba prácticamente sumergido por más de dos metros de agua. La situación se intensificó y un par de años después el pueblo tenía más de 5 metros de agua. El pico máximo ocurrió en 1993 cuando en ciertos sectores del sumergido pueblo se midieron más de 10 metros.
Con el paso de los años y debido a las sequías en la región, las aguas fueron retirándose lentamente. Entonces las ruinas de Epecuén emergieron.
FOTOS: archivo del Museo Carhué
hay una foto que nadie podrá sacar, es el dolor en el alma de todos los que perdimos nuestros sueños, nuestro futuro, eso no tiene precio.
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